miércoles, 26 de agosto de 2009



El que sigue es un relato de la batalla de Coutantin, que podemos encontrar en las Crónicas del autor medieval Froissart:




Luego de la batalla de Poitiers, y la captura del rey Juan de Francia, hubo confusión política en Francia, muy explotada por los ingleses y los seguidores del rey de Navarra, aliado de los ingleses. Un comandante anglo-navarro, Godfrey de Harcourt, causó tantos problemas en Normandía que una reunión de los tres Estados franceses –lo que en Inglaterra se llamaría un “parlamento”- envió contra él a Raoul de Reyneval. Este fue el resultado.




“Cuando sir Godfrey de Harcourt, quien era fuerte, atrevido y valiente, oyó que los franceses venían a la ciudad de Coutances, reunió tantos hombres de armas como pudo, arqueros y otros amigos, y afirmó que iría a su encuentro. Abandonó, por lo tanto, St. Sauveur le Vicomte, acompañado por unos setecientos hombres en total.

Ese mismo día también partieron los franceses, y enviaron por delante a varios exploradores para examinar el territorio, los cuales retornaron e informaron a sus señores que habían visto a los navarros. Por otro lado, sir Godfrey había enviado a sus propios exploradores, los que tomaron un camino diferente y examinaron el ejército francés y contaron sus banderas y pendones, y vieron a qué cantidad alcanzaban (en total sumaban trescientas lanzas y quinientos con armadura de hierro). Sir Godfrey, sin embargo, prestó poca atención a esta información: dijo que, dado que veía a sus enemigos, lucharía contra ellos. Inmediatamente ubicó a sus arqueros en frente de sus hombres, y dispuso en orden de batalla a los ingleses y a los navarros.

Cuando lord Raoul de Reyneval percibió que había formado a sus hombres, ordenó a parte de los franceses desmontar, y colocar grandes escudos frente a ellos para protegerse contra las flechas, y que nadie avanzara sin que se le ordenara..

Los arqueros de Sir Godfrey comenzaron a avanzar, tal como se les había ordenado, y a arrojar sus flechas con toda su fuerza. Los franceses, refugiados detrás de sus escudos, les permitieron disparar, ya que este ataque no los perjudicaba en lo más mínimo. Permanecieron tanto tiempo en sus posiciones sin moverse, que los arqueros atacantes gastaron todas sus flechas, no podían abandonar sus arcos y comenzaron a replegarse hacia donde estaba su caballería, que se encontraba ubicada a lo largo de una cerca, con Sir Godfrey al frente, con su bandera desplegada.

Los franceses empezaron entonces a usar sus arcos, y recogían flechas por todas partes, ya que había abundancia de ellas desperdigadas por el terreno, y las usaron contra los ingleses y los hombres de Navarra. Los hombres montados ejecutaron también entonces una vigorosa carga y el combate fue muy duro y severo, cuando entraron en combate cuerpo a cuerpo, y la infantería de Sir Godfrey no pudo mantener las filas, siendo por lo tanto derrotados pronto.


Sir Godfrey, ante esto, se retiró hasta unos viñedos que estaban defendidos por un fuerte cercado, junto con tantos de su gente como pudieron seguirlo. Cuando los franceses vieron esto, todos desmontaron y rodearon el lugar, y consideraron la mejor forma de entrar en él. Lo examinaron por todos sus lados y finalmente hallaron una entrada. Mientras ellos se dirigían hacia ese sitio, Sir Godfrey y sus hombres hicieron los mismo, deteniéndose en el lugar más débil de la cerca.

Tan pronto como los franceses ganaron la entrada, muchos galantes hechos de armas tuvieron lugar, pero caro les costó a los franceses adueñarse por completo de ella. La bandera de Sir Raoul fue la primera en ingresar. Él la siguió y tal hicieron otros caballeros y escuderos. Cuando todos estuvieron dentro del cercado, el combate recomenzó con renovado vigor, y muchos cayeron. El ejército de Sir Godfrey no pudo cumplir con lo que se le ordenó, de acuerdo con la promesa hecha a él, en cambio, la mayor parte huyó, sin poder resistir a los franceses.

Sir Godfrey, viendo esto, declaró que prefería la muerte antes que ser capturado, y tomando un hacha de guerra, se plantó donde estaba, colocó un pie delante del otro, para afirmarse, dado que era rengo de una pierna, aunque sus brazos eran muy fuertes. En esta posición, luchó largo tiempo muy valientemente, como que pocos se atrevían a enfrentar sus golpes; entonces dos franceses, montados en sus caballos, y con sus lanzas en ristre, cargaron contra él al mismo tiempo, derribándolo en tierra: algunos hombres de armas inmediatamente se abalanzaron sobre él con sus espadas, las que clavaron en su cuerpo, dándole muerte en el acto. La mayor parte de sus hombres fueron muertos o tomados prisioneros, y dos que pudieron escapar regresaron a St. Sauveur le Vicomte. Esto sucedió en el invierno de 1356, cerca de Martinmas. [Nov. 11]”


Crónicas de Froissart

Editadas por Steve Muhlberger, Nipissing Universtity





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